Como ya os dije hace unos días, teníamos la intención de visitar el famoso y muy turístico mercado de los quesos de Alkmaar. Aunque muy al norte, a una hora en tren de Ámsterdam, merece la pena la visita, no sólo por el mercado, también por la ciudad.
El mercado se celebra de 10 a 12 de la mañana, todos los viernes desde mediados de abril hasta septiembre, en una céntrica plaza de la ciudad. Desde la estación se llega con facilidad, no más de un kilómetro, atravesando las concurridas calles peatonales del centro.
Ya en la plaza podemos contemplar uno de los cuatro mercados tradicionales de queso que quedan en Holanda, siendo el de Alkmaar sin duda el más popular. Lo curioso es el método de transporte de las grandes ruedas hacia las balanzas, ya que se usan una especie de carretillas de madera sin ruedas, soportadas por dos porteadores.
Además en las calles cercanas hay un mercadillo de artesanía y quesos interesante, y es un buen momento, si hace sol como hoy, para tomar unas cervezas con unas kaas kroketten (croquetas de queso) y un plato de diferentes variedades de Gouda, acompañados de pepinillos y mostaza.
Entre otras atracciones turísticas de la ciudad, como los paseos en barco por lo canales, recomiendo una visita a la bellísima Grote Kerk de Alkmaar, digamos la iglesia mayor, consagrada en su origen a San Lorenzo, aunque actualmente, como ocurre con muchas iglesias del país, no está consagrada al culto y se dedica a conciertos. Por cierto, con la entrada te invitan a un café o té en el interior.
Muy famosa por sus órganos barrocos, considerados los mejores de Holanda, con una acústica perfecta por sus altas bóvedas. Aquí se celebran conciertos de órgano con regularidad y en junio se celebra el Orgelfestival Holland, un festival dedicado casi en su totalidad a la música de Bach. Una excusa ideal para volver a esta bella y elegante ciudad.
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