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He leido una noticia un tanto preocupante acerca del descenso del consumo de vino en los hogares españoles. Es una señal de alarma, y por varias razones, por lo que supone para los productores, y por evidentes razones de cultura gastronómica y salud. Mientras se hacen grandes inversiones en promocionar el vino fuera de España, las bodegas se están olvidando del consumidor medio nacional, un mercado que quizás dan por perdido o ha dejado de interesarles.

Sabemos que el vino es uno de los pilares de la famosa dieta mediterránea, junto con los cereales y el aceite de oliva. Una dieta de la que nos estamos alejando los útimos años peligrosamente, ya que está demostrado que evita la obesidad, alarga la vida y previene enfermedades cardiovasculares. Las tasas de obesidad infantil, además, se elevan cada día más.

Para conocer la importancia del vino, podemos hablar de la “paradoja francesa”. En Francia, aunque en el sur sigan una dieta más “mediterránea”, en general se consumen muchas más grasas, sobre todo mantequillas y lácteos. Sin embargo, sus tasas de mortalidad y de accidentes cerebrovasculares son relativamente bajos, similares a las de países como Grecia o Italia. Según parece, los científicos creen demostrado que esto se debe al efecto protector que el vino tinto tiene sobre la salud de las arterias. Y es que los franceses son los primeros consumidores del mundo de vino tinto.

España, a pesar de ser el mayor productor mundial de vino, en volúmen, y aunque cada vez es más exportado, sobre todo los caldos de gran calidad, el consumo de vino se está reduciendo en las casas. En la hostelería ya ocurrió cuando se pusieron en marcha las nuevas medidas de control en conductores, que redujeron las tasas de alcohol en sangre permitidas, pero parece que también en los hogares se está produciendo esta disminución.

rosado-bodegas-joaquin-fernandez-rondaTodo un reto para una industria que quizás no sabe “vender” al público los beneficios reales de comer con vino, y no hablo sólo de sus ventajas a nivel gastronómico, también a nivel de salud y prevención. El vino de mesa está bajando en consumo, algo impensable en un país como el nuestro de gran tradición en estos vinos asequibles y de calidad muy aceptable. Las bodegas y organismos oficiales parecen haber apostado por fomentar la exportación como única salida a la crisis, si es que en el sector del vino existe, algo discutible.

Se invierten grandes cantidades de dinero y esfuerzos en promocionar el vino fuera de nuestras fronteras, quizás queriendo imitar a nuestros vecinos franceses que ya lo hicieran hace lustros. El crítico de vinos estadounidense Robert Parker, se supone que una persona influyente en ese país, ha sido recibido mejor que muchos jefes de estado, agasajado por el gobierno de La Rioja, e incluso ha sido recibido por la Casa Real en la Zarzuela. Imagino que el señor habrá alucinado con todo ello. Y cuando descubran el potencial de China, ya no hablemos.

Mientras tanto, olvidan al consumidor “españolito”, que ha sido el que ha mantenido y mantiene todavía el negocio. Así, en muchos hogares el vino se empieza a considerar un producto de “lujo”, que se reserva para ocasiones especiales, y en la comida diaria está siendo sustituido por cervezas o bebidas refrescantes variadas, mucho más asequibles. Algo parecido a lo que ocurre con el cava, que no acaba de salir del estereotipo de bebida de fiestas navideñas.

Los productores, por tanto, parecen más preocupados por ganar premios y reconocimientos en las guías, y en agasajar a los críticos extranjeros, que les permitan elevar sus precios y exportarlos mejor. No es que me parezca mal, pero nos estamos olvidando del consumidor medio, y tradicional, entre los que me encuentro, que no quieren gastarse 15-20 euros en una botella, por muy buena que sea, ya que tomamos vino a diario con las comidas, y esto supondría un coste muy elevado de la cesta de la compra.

Y es cada vez es más difícil encontrar en los supermercados vinos equilibrados en relación calidad/precio. Recuerdo que hace pocos años se podían tomar buenos tintos, incluso con D.O. afamadas, por unos precios asequibles. Me temo que algún día acabaremos tomando tinto de tetra-brick con la comida. Yo lo evitaré aunque me cueste. ¿Y tú, tomas vino con las comidas?¿O prefieres la cerveza, o refrescos? Espero vuestras opiniones.