Una de las actividades más demandadas de los visitantes a Tailandia son las clases de cocina, que se pueden contratar directamente en muchos hoteles, como en el hotel de Krabi en el que nos alojamos en nuestra estancia en el sur del país. Krabi no es una de las zonas más turísticas, y nuestro hotel en realidad es un pequeño resort de bungalows a pie de playa, en mitad de la selva y rodeado de cocoteros.
Además, claro, no hay que perderse las excursiones a los alrededores, como la visita en barco a las islas cercanas, o excursiones en kajak, o la visita al impresionante templo budista de Krabi, en lo alto de una gran montaña a la que hay que subir por una empinada escalera. Las clases de cocina empiezan con la visita al mercado local, donde acudimos muy temprano para aprovisionarnos debidamente.
El mercado de Krabi
El mercado de Krabi sorprende por el tamaño y la variedad de productos que nos ofrece. A pesar del aparente caos, todo está bien organizado y señalizado, con zonas para el cerdo, ternera, otras para las aves, pescados, mariscos, otras para verduras y frutas, flores, especias, etc. También encontramos una zona de comida rápida, en la que hay mucha gente comiendo (le gente por aquí está siempre comiendo, todo el día). Aprovechamos para desayunar unos curiosos pastelitos de coco recién hechos y una especie de buñuelos fritos, muy parecidos a los churros de aquí, muy ricos. Grandes mesas alargadas sirven para sentarse y degustar los productos. También comemos piña fresca, pelada y cortada en trozos, comprada allí mismo.
En el recorrido por el mercado descubrimos los ingredientes básicos de la cocina tailandesa, es decir, el pollo, la ternera y los langostinos, base de la mayoría de sus platos. Hay muchos tipos de pescado fresco, incluso vivo en los mostradores, ya que la pesca es muy abundante en sus aguas tropicales. Los langostinos son impresionantes y muy baratos, y hay muchos tipos, desde pequeñas gambas a enormes langostinos, del tamaño de una mano, aparte de cangrejos y moluscos variados, incluidas ostras.
Muy atractivos son los puestos de especias, donde se encuentran especias e hierbas frescas y secas, y las clásicas pastas de curry rojo o verde, imprescindibles, o las diferentes salsas de pescado, salsas de soja y de chiles. Abundan los chiles, frescos o secos, en sus diferentes variedades, y otras especias como el jengibre y la cúrcuma frescos. Hay puestos donde se trabajan los cocos con unas máquinas especiales, para rallarlos y donde se vende igualmente la leche de coco fresca, en bolsas de plástico para llevar (se vende al peso). También encontramos la crema de coco, que es parecida, pero bastante más espesa.
También hay tiendas dedicadas en exclusiva a los arroces, el alimento básico de los tailandeses, que se ofrecen al peso, sobre todo el arroz jazmín, un arroz aromático de grano alargado, que se sirve cocido con todas las comidas, o el arroz glutinoso, también de grano largo y que se cuece al vapor. También se venden tallarines, sobre todo los tradicionales de arroz, pero tambien de trigo, y en muchos puestos se venden crudos o ya cocidos.
Las frutas tropicales
Entre las frutas encontramos casi de todo. La papaya es una de las más usadas, sobre todo para preparar ensaladas. También encontramos el rambután, una fruta extraña con muchos pelos, que tiene un interior jugoso, muy rico y de sabor parecido al lichi. El mangostán es otra fruta deliciosa, y hay varios tipos de mango, más pequeños que los que conocemos por aquí.
También hay fresas y sandías, rojas y amarillas, y abundantes piñas. Otra fruta curiosa es el ojo de dragón, unos frutos redondos de interior jugoso, muy apreciados. La fruta del dragón es espectacular, rojiza y grande, con un interior de carne blanca o rosada con granos negros, aunque el sabor es algo insípido, a mi gusto. La fruta más rara de todas es el durián, una especie de melón alargado cubierto de extrañas espinas, que hay que abrir con machete, y que dicen desprende un olor tan desagradable que en muchos hoteles se ha prohibido su venta.
Encontramos también limas de diferentes tipos, naranjas pequeñas y jugosas, y entre las verduras destacan las berenjenas, muy pequeñas, del tamaño de una nuez grande, que son de color o blancas, y unas judías alargadas muy usadas en la cocina thai, de más de 30 centímetros.
La visita al mercado es imprescindible para conocer a fondo los productos locales, así que no debes dejar de acudir a los mercados de cada zona. De todos modos, es fácil encontrar puestos callejeros donde se vende de todo, incluso comida preparada, y se ven por todas partes camionetas y tuc-tucs cargados de cocos, que se venden de forma ambulante. El mercado, en contra de lo que podamos pensar, es bastante limpio y cuidado, y aunque no hay refrigeradores el pescado y marisco se conserva con abundante hielo, aunque las carnes no. El siguiente paso es la vuelta al hotel con nuestra compra, donde en poco tiempo empezaremos nuestra clase de cocina. Pero esto ya os lo contaré en otro artículo.
Alucinante todo lo que has contado detalladamente de tu paso por este bonito lugar, el mercado es increible con esa gran catidad de productos variados y hasta comida.
La fruta parece dibujada, lastima que a occidente solo nos llegue una minima parte de todas éstas maravillas.
Ah el sitio donde te quedaste suena de maravilla Pepe, al lado de la playa y la selva… menuda aventura.
Un abrazo :-)
Jeje, sí, el lugar es paradisiaco, aunque en realidad casi toda la costa es así, y no te cuento las islas, con sus playas blancas y arrecifes de coral. Los mercados son increibles, y la variedad de frutas y verduras es asombrosa, merece la pena una visita.
Un abrazo.
estuve es thailandia y me en cantaron lasfrutas y lapiñaque tineun sabormuy especial elrambutan todas en general