A diario consumimos productos procedentes de países muy lejanos, fruto de la globalización que también se extiende al ámbito de la alimentación. Esto tiene indudables ventajas, ya que nuestra cesta de la compra se enriquece enormemente con la llegada de estos productos “exóticos”. Pero también tiene sus inconvenientes, sobre todo el hecho evidente del gran consumo de recursos energéticos que requiere trasladar un producto miles de kilómetros desde su origen hasta nuestra casa. En algunos países ha surgido el llamado locavorismo, una nueva alternativa de alimentación ecológica que surge en personas preocupadas por el consumo de productos locales.
Este concepto de autoabastecimiento intenta reducir la “huella ecológica” de los productos que consumimos, disminuyendo el gasto de energía y la consiguiente emisión de CO2 a la atmósfera derivados del largo transporte en barco, avión o camión. Por esta misma razón, hay quienes ponen en duda la conveniencia de consumir productos ecológicos traídos de otros países.
En el Reino Unido, los movimientos sociales de locavores abogan por consumir productos producidos en un radio máximo de 160 kms. (no me pregunten la razón de esta cifra exacta). Además existen allí los programas “Local Foods” que subvencionan con becas y donaciones los proyectos destinados a facilitar el acceso a los productos locales. Pensemos en ello como una alternativa razonable, ecológica y que además favorece la economía y producción local.
Se trata más de una filosofía de vida que de una opción dietética, impregnada de cierto “hippismo”. ¿Te gustaría ser un locavor?
Más información | Discusión sobre locavorismo (en inglés)
Más información | Food mapping
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