Para anunciar el solsticio y las fiestas hoy me marco unas galletas típicas navideñas de mi tierra adoptiva, Holanda. Por allá se llaman kerstkransjes, que quiere decir coronas de Navidad, y se cuelgan en el arbolillo. Son facilísimas y están de muerte aromatizadas con bien de vainilla. Y si les colocáis unos lazos las podéis hacer tan ideales y cursis como queráis. Que os conozco.
- 200 g de harina
- 150 g de mantequilla ablandada
- 1 yema y 1 clara, separadas
- 100 g de azúcar corriente
- 1 vaina de vainilla
- 1 pellizco de sal
- Almendras fileteadas
- Tamiza la harina. Abre la vaina de vainilla y raspa las semillas, agrégalas a la harina. Añade todos los demás ingredientes y mezcla bien, a mano o en un robot, sin amasar demasiado. Divide la masa en 2 o 3 porciones.
- Toma una porción y estira con el rodillo sobre un plástico de cocina hasta un grosor aproximado de 3-4 mm. Haz lo mismo con las demás porciones. Tapa con más plástico, apila las láminas de masa una encima de otra y mételas en el frigorífico un par de horas para que se pongan un poco firmes y para dar tiempo a que el gluten se relaje, de lo contrario se encogerán algo al cocerlas.
- Pon el horno a calentar a 165º con aire.
- Saca la masa del frigorífico y corta los círculos con un cortapastas o con un vaso del tamaño adecuado, unos 8 cm. Yo hice el agujerito del centro con un descorazonador de manzanas. Ve pasando las galletas a una bandeja de horno o placa de silicona.
- Pinta ligeramente las galletas con la clara y espolvorea con las almendras fileteadas. Hornea unos 12 minutos, vigilándolas siempre para que no se tuesten en exceso.
Además de decorarlas con almendras, también se pueden hacer dibujitos de chocolate fundido, lo que se os ocurra, aunque con el choco podéis manchar las cintas y los lazos. Pero, qué demonios, lo que cuenta es que las colguéis en el árbol y las disfrutéis en familia. Duran varios días en muy buen estado, pero no creo que tardéis mucho en dar buena cuenta de ellas. Palabra de El invitado de invierno.
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